06 mayo, 2018

Hifiman HE-560: mi primer planar magnético

Tras muchas horas de buena música con el Hifiman HE-560 ha llegado la hora de hablar un poco sobre éste, que bien lo merece. Casi un quinquenio después de desprecintar la caja y empezar a disfrutarlos, cierto, pero es que este auricular sigue en las tiendas de referencia y por algo será.

Partiendo de que el HE-560 ha representado mi primera toma de contacto con la tecnología planar magnética, las sensaciones, desde el primer instante que lo saqué de la caja, fueron del todo buenas. Como todavía no he probado otros auriculares de este tipo, toda valoración que pueda hacer se basa en mi experiencia con auriculares que montan transductores dinámicos, los auriculares de toda la vida, para entendernos.

Por suerte para todos los aficionados, y por desgracia para nuestros bolsillos, esta tecnología se ha hecho popular y algo más accesible para la mayoría, al menos en cuanto a disponibilidad en diferentes tiendas nacionales aunque los precios sobre los que se mueven desde luego que siguen siendo prohibitivos aunque siempre tienes el mercado de segunda oreja para cacharrear y ahorrarte unos euros.

Aunque esta entrada llega en mayo de 2018, el Hifiman HE-560 lo disfruto desde el verano de 2014 con lo que ya doy por hecho que el rodaje está hecho y más de lo que da, no va a dar.

Vió la luz, oportunamente, cuando casi tenía decidido comprar el HE-500. Algunas críticas respecto al excesivo peso de éste me tiraban para atrás así que cuando anunciaron el HE-560, más ligero, fue la señal para disipar todas mis dudas y tomar la decisión.

Aquí empieza mi reseña del Hifiman HE-560.

1. ¿Qué es un planar magnético?

Planar, a secas, u ortodinámico, son dos conceptos usados habitualmente para decir que un diafragma plano circuiteado (en la tecnología de driver dinámico se trata de un diafragma sin circuito impreso con forma de cono) se mueve dentro de un campo magnético a base de impulsos de la señal acústica. Esa vibración acaba convirtiéndose en impulsos sonoros.


Disculpa mi atrevimiento por esta definición que, por supuesto, no es mía pero es que el asunto es ciertamente complejo cuando detrás hay mucha física que escapa a mi conocimiento. Es suficiente con entender que se trata de tecnologías diferentes.


Quien requiera profundizar sobre el tema nada mejor que hacer una rápida lectura de las implicaciones técnicas de la tecnología planar que nos brinda Audeze, que de ésto saben un rato, o googlee un poco.

2. Características básicas

Lo primero que me ha llamado la atención, tras la cuestión estética, es su gran confortabilidad y peso ligero. Como decía al principio, los gramos de más en el HE-500 me frenaron a la hora de lanzarme a por este auricular precisamente porque valoro, al mismo nivel que la calidad de audio o más incluso, la comodidad de uso.

Para contextualizarlo, aquí indico la relación de pesos entre diferentes auriculares:

  • AKG K702: 301 gramos
  • Sennheiser HD600: 256 gramos
  • Hifiman HE-560: 388 gramos (sin el cable)

El Hifiman HE-560 pesa, sin incluir el cable, casi la mitad que su antecesor, el HE-500. Son unos trescientos gramos que se notan con el paso de las horas.

La diadema del HE-560 es como un centímetro más ancha que la del K702 y casi tres veces la del HD600, además de más maleable y confortable para mi gusto. Si no fuera por el calor del velour y la presión de las copas, pronto desaparecería la sensación de llevar el auricular puesto.

En esa distribución de pesos de unos auriculares y otros encuentro que, al sostenerlos en la mano, la estructura del K702 es más pesada que la del HE-560 mientras que las copas del primero son más ligeras que las del segundo. El HD600, sin embargo, mantiene una relación de peso muy equilibrada entre diadema y copas.

La diadema exterior, plana y angulosa, es de aluminio, ligera, y permite su ajuste en altura hasta en siete posiciones. Justo por debajo hay una segunda diadema, esta vez en piel, que se ajusta cómodamente sobre la cabeza.

En cuanto a las almohadillas, el modelo de preproducción del HE560 montaba las FocusPad-A de 5,5 centímetros de diámetro mientras que el modelo de producción (el oficial) monta las FocusPad (sin A), de 6 centímetros de diámetro.

La diferencia entre ellas, además del diámetro, es que la pared interna del FocusPad-A es de velour mientras que en el FocusPad es de piel (como en la parte externa) y tiene unos pequeños agujeros. Como sólo he probado el de producción, tampoco puedo hacer comparativas de sonido.

 FocusPad-A (preproducción)

FocusPad (producción, oficial)

Estas almohadillas son de construcción asimétrica, como pasa en el K702, siendo el acolchado de la parte orientada al frente más fino que el trasero. Desconozco si es por una cuestión ergonómica o de acústica (en el HD600 son simétricas) pero lo cierto es que lo hace confortable y suena muy bien.



La extracción de las almohadillas requieren un poquito de pericia porque el sistema no me parece lo más práctico ni intuitivo.

Aunque no es necesaria la fuerza bruta, sí requiere cierta energía para sacarlas con lo que recomiendo encarecidamente echarle un vistazo al pequeño manual de instrucciones que acompaña al auricular antes de intentar sacarlas por tu cuenta y causar algún daño ya no sólo en el Pad sino, peor aún, en la membrana interna del auricular.

Cada FocusPad tiene cuatro soportes metálicos con forma de gancho que se acoplan a la superfície interna de la copa.

Para colocarlas hay que presionar ligera y lateralmente la almohadilla hasta que cada presilla encuentra su par con la que encajar. No he encontrado otro método.

Desde luego que es un sistema poco ortodoxo que puede provocar daños en la membrana central del auricular si no se pone el suficiente esmero.

Por si sirve de referencia para la gente de Hifiman, el sistema de extracción de la almohadilla que usa AKG en el K702, mediante rotación, me parece un sistema infinitamente más adecuado y seguro. Hifiman, toma nota.

El cable, que es reemplazable, mide 186 centímetros de un extremo al otro (153 centímetros hasta la bifurcación). Medida suficiente si lo usas mientras estás delante del ordenador pero muy corto para ver la tele a cierta distancia.

Por cierto, el conector de 3.5 mm tiene una terminación Neutrik y, en el otro extremo, los conectores que van a las copas van enroscados, que me recuerda al sistema utilizado por Sony con el MDR-EX1000, seguramente el intracanal mejor construido y robusto hasta la fecha.

La pega de este cable es que es un poco microfónico. En plena reproducción apenas lo vas a percibir pero sí en los intervalos entre canción y canción, cuando hay silencios, si contactas con la parte de cable que va directamente a las copas. 

En cuanto a construcción, me parece un auricular impecablemente terminado. Las copas de madera le dan un aspecto elegante además de las propiedades que la madera se supone que le confiere a la acústica.


Aunque también incluye parte en plástico, no tengo demasiadas manías al respecto siempre que estén bien trabajadas y ayude a aligerar el peso del auricular.

Cada copa gira 90 grados a derecha e izquierda, es decir, 180 grados (tanto el K702 como el HD600 apenas dan para un ligerísimo movimento basculante hacia adelante y atrás). No hay sonidos raros ni crujidos ni nada anormal al moverlos.

En cuanto a los conectores (jack hembra a las copas y macho Neutrik al ampli), para las copas prefiero un sistema de anclaje del tipo del K702, de quita y pon con un simple clic que lo fija a la copa, porque el sistema de rosca del HE-560 no es práctico. Para dedos pequeños aún tiene un pase pero para dedos grandes, darle vueltas a la arandela se hace complicado (o giras la pequeña arandela o giras el cable cada vez hasta enroscarlo).



Por otro lado, me gusta la posición adelantada del jack en el HE-560 que permite posicionar el cable hacia adelante de forma confortable sin que toque el cuerpo.


En este sentido, el conector del K702 está situado también en la parte delantera pero el jack apunta hacia abajo y ligeramente hacia atrás con lo que el cable toca frecuentemente en el cuerpo y me resulta molesto conforme pasan los minutos. El K702 lo uso con cable Cardas.

3. Sonido: cuestiones previas

El equipo que habitualmente uso pasa por el amplificador Ultra Desktop Amp (UDA) de HeadRoom, un ampli de clase A en estado sólido, con DAC incorporado, que incluye dos salidas de audio y al que le tengo emparejado la fuente de alimentación Desktop Power Supply (DPS), también de HeadRoom. Da potencia suficiente para mover sin problemas cualquiera de los auriculares que uso, incluso dos al mismo tiempo.

La fuente es el PC, corriendo en la distribución linuxera de Fedora sin ninguna configuración especial de sonido, al que va conectado el HeadRoom mediante USB.


NOTA: A finales de octubre de 2016, HeadRoom puso a la venta un nuevo amplificador para auriculares, el HeadRoom Standard Headphone Amp, después de varios años de ausencia en el sector como marca propia de componentes de audio (amplis y DAC). Sin duda, una gran noticia, y espero que vuelvan a retormar la senda de sus años gloriosos.

Por una cuestión de justicia presupuestaria, debería comparar el HE-560, un planar de arquitectura abierta, con el Denon AH-D7000, un dinámico de arquitectura cerrada, pero las referencias cruzadas con el Sennheiser HD600 y el AKG K702 serán contínuas. En cualquier caso, no pretendo hacer un análisis pormenorizado de las prestaciones de cada uno si no más bien dar unas breves pinceladas que permitan al lector -o al menos esa es la intención- hacerse una idea del perfil sonoro de cada uno.

4. Sonido: ¿qué tal suena el Hifiman HE-560?

La primera sensación, nada más desempaquetarlo y pincharlo en el ampli habitual (HeadRoom UDA), en modo alta ganancia, ha sido muy buena.

Me ha llamado la atención su buena pegada de graves, que se aleja de la brutal profundidad del Denon AH-D7000 pero también del licuoso K702.

Un grave poderoso unido a una transparencia general, donde todo parece perfectamente encajado en un sonido que definiría como neutral pero nada aburrido. Un sonido limpio pero no quirúrjico; abierto pero no tridimensional.

En este sentido, está en ese punto en el que el nivel de transparencia hace inmersiva la escucha, con potencia y matices dentro de una controlada claridad general que lo acerca a natural pero sabiendo que ir un paso más allá podría desviar la atención hacia el microdetalle y perder la perspectiva global de lo que escuchas. Me gusta el detalle pero más que suene natural.

Entre las 100 y 120 horas aproximadas de uso, calculadas sobre unas 2 horas máximas de escucha diaria en los primeros meses, el grave más denso del inicio se evapora haciendo la respuesta en grave más atenuada, plana, algo más insulsa pero correcta a mis oídos. Lo cierto es que me gustaba el empuje inicial aunque, tras ese breve rodaje, suena más coherente.

Comparado con el K702, HD600 y AH-D7000, el Hifiman es el más exigente en cuanto al chorro energético que precisa para moverlo. Siempre lo muevo en alta ganancia, como el HD600, mientras que el K702 y AH-D7000 los muevo en baja ganancia. En este sentido, el potenciómetro del UDA lo posiciono sobre el punto horario de las 22 horas para que la zona media gane vigorosidad mientras que en el resto no hace falta llegar a ese nivel para ya apreciar claramente los matices, dentro de las peculiaridades de cada uno.

Por curiosidad he conectado el HE-560 al reproductor portátil NWZ-A829 de Sony y al Cowon X9. El resultado es que el Sony se queda claramente corto de potencia para mover el Hifiman pero el X9 se defiende francamente bien aunque para ello tenga que subir el volumen al máximo (con el Sony, ni siquiera al máximo). La gama HE-5xx es exigente con la amplificación pero el HE-560 al menos lo puedo disfrutar a pelo con los Cowon, sin amplificador adicional. Desconozco si el rendimiento sería el mismo si el auricular fuera el HE-500. Supongo que las sinergias serán mucho mejores con los nuevos reproductores de alta definición que hay en el mercado.

Aunque siempre procuro escuchar de todo, mis gustos musicales se centran básicamente en el sonido más acústico folkero, con preferencia mayoritaria por las voces femeninas y sonidos definidos poco orquestales, algo de pop e indie, bastante de rock/post-rock y, residualmente, blues, clásica, instrumental y electrónica.

Considero que el HE-560 y el HD600 tienen mucho en común, por lo que a respuesta equilibrada y calidez se refiere.

Por contra, respecto al K702 no le encuentro el más mínimo parecido al estar, el AKG, más orientado a la zona media-alta con una respuesta sonora transparente, de bisturí, y un escenario enorme, que no es precisamente lo que ofrece el Hifiman. 

Tampoco con el AH-D7000 le encuentro demasiado parecidos, salvo esa respuesta sedosa en el grave, no tan profunda en el HE-560 pero exquisita. El Denon tiene un perfil marcadamente en V, con un grave muy poderoso y espectacular que retrae ligeramente la zona media, una escena gigantesca, y un agudo a veces ligeramente pasadito, que se aleja del equilibrio sonoro del HE-560.

La primera sorpresa que me he llevado con este auricular es que suena como uno de arquitectura cerrada. Y sin embargo es abierto, como abierto también es el HD600 o el K702.

Parece cerrado porque no tiene la amplitud de escena ni el sonido tan transparente como cortante del K702, para mi el más espectacular auricular en estos aspectos de los que he probado hasta ahora (con permiso del Denon AH-D7000, sobretodo en lo que a escena se refiere).

Esa transpariencia que el K702 lleva al extremo hace que, en muchas ocasiones, la audición se convierta en un sobresalto continuo, escuchando sonidos, ruidos, que no sabes de dónde vienen. A veces, eso supone distracción.

En el HE-560 no hay velos. Aunque el HD600 también requiere un amplificador para sacarle todo su jugo, el HE-560 aún es más exigente: lo que en el HD600 suena con cierto cuerpo poniendo el pote del HeadRoom a las 21 horas en alta ganancia, con el HE-560 debo llevarlo hasta las 22 horas. Ese pequeño matiz es suficiente para que los medios del Hifiman fluyan con alegría y los graves cojan aire y potencia al mismo tiempo que lo hace con detalle y precisión.

El sonido fluye con definición y detalle. No tengo la sensación de congestión, no hay cuello de botella y todo fluye con transpariencia pero sin la radicalidad del K702. Es un sonido más dulce, más soportable; un sonido más Sennheiser que AKG.

5. Conclusiones

En el HE-560 hay equilibrio y calidez. Calidez entendida como suavidad, dulzura, no como coloración excesiva por la omnipresencia de graves, que no la tiene.

Como no hay sibilancias y el grave se mantiene bajo control, junto con un medio en su punto, ni adelantado ni recedido, el resultado es coherente y orgánico. Puedo estar horas y horas en reproducción contínua sin notar agotamiento excesivo y eso ya cuenta mucho sobre su equilibrio tonal.

Un sonido aterciopelado, muy agradable, que te lleva directamente a la música en un escenario que no alcanza la amplitud de un AH-D7000 o K702 sino más bien al HD600 con una respuesta más cercana.

A ratos parece que le falta un poco de grave y de repente aparece como un resorte. Si en la grabación no toca grave, el HE-560 no se lo inventa. Pero si lo hay, prepárate porque va a llegar con poderío bajo control.

Al HD600 le falta lo que tiene el HE-560: alma. Son como dos caras de una moneda: el HD600 es la correción por la musicalidad del HE560. Por eso disfruto más este último que el Sennheiser, que nunca le he pillado la gracia.

Y por eso creo que un tridente formado por el impresionante AH-7000, el preciso K702 y el HE-560 cubren todo el rango de mis necesidades sonoras, al menos de momento. Aunque no desmerecería la ocasión si un Audeze LCD2 o un LCD3 cayera en mis manos porque, una vez probados los planares, ya sé qué será lo siguiente.

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